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miércoles, 12 de octubre de 2011

"Entre perros y flautas"

Calles que rebosan de carteles alusivos a un sistema político que permite la corrupción entre sus plantillas, jóvenes que ven su futuro truncado aún estando muy formados, voces que se aúnan para gritar a favor de una democracia real, voluntarios que colaboran con todo lo que esté a su alcance… Una pequeña ciudad en la Puerta del Sol de Madrid. Se trata del movimiento 15-M, conocidos como los “indignados”: la generación del siglo XXI. Como todo movimiento nuevo, genera nuevas formas de comunicación y ésta sin duda, es la era de Internet, de las redes sociales concretamente. Facebook, Tuenti y Twitter entre ellas, están a la orden del día de todos los pequeños movimientos que van realizando los “indignados”. “Indignados” a lo que despectivamente llaman “perroflautas”. Dejaremos de lado los animales y la música, para adentrarnos a la realidad de la sociedad del siglo XXI.

Como un huracán que se iba abriendo fronteras, este movimiento empezó su travesía en París y Atenas, descansó en El Cairo y en Lisboa, acampó en Madrid y Barcelona y arrasó en Londres. A todos ellos y a más que no he nombrado, les une una crisis económica global que afecta a la nueva generación; generación con sentimiento de olvido, de estar relegados a un segundo lugar en cuanto a los objetivos de los políticos. Los dardos de los políticos no apuntan en la dirección de los jóvenes.


La sociedad no es un sujeto apartado de los ciudadanos, la sociedad la componen todos y cada una de las personas que habitan en el mundo, y por eso todos han de tener esa responsabilidad vital de girar el rumbo de la política hacia lo que realmente se denomina democracia real. Dignidad, igualdad, accesibilidad, solidaridad, disponibilidad, futuro y “no bipartidismo”, serán algunos de los ingredientes que se necesitarán para cocinar una buena democracia.  Por tanto dejaremos de lado el consumismo, el bipartidismo, la desigualdad, la exclusión y el egoísmo entre otros ingredientes para que nuestra receta no arda en llamas en nuestro horno.

Pasajeros que se van subiendo al tren del descontento socio-económico y que van recogiendo en cada rincón del mundo, pequeñas realidades que hacen replantearnos la situación en la que vivimos. Familias que apuestan por sus gobiernos y que se encuentran olvidadas en una sociedad en la que el dinero y el “yo, mi, me, conmigo” ganan la batalla a los valores morales que antes sí creíamos reales y que ahora nos dicen ADIÓS.

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